*DISEÑO GRAFICO PAINT SHOP PRO*

Posts written by melyd

  1. .
    Gracias Roci, se lee que sale riquisima.
    Saludos
  2. .
  3. .
  4. .
    Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido
    El adulterio la vergüenza al cielo,
    Pues que tan claramente y tan sin velo
    Has los hidalgos huesos ofendido.

    Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
    Que no sepa tu infamia todo el suelo:
    Cierra la puerta, vive con recelo,
    Que el pecado nació para escondido.

    No digo yo que dejes tus amigos,
    Mas digo que no es bien que sean notados
    De los pocos que son tus enemigos.

    Mira que tus vecinos, afrentados,
    Dicen que te deleitan los testigos
    De tus pecados más que tus pecados.

    Francisco de Quevedo
  5. .
    Los arqueros oscuros
    a Sevilla se acercan.

    Guadalquivir abierto.

    Anchos sombreros grises,
    largas capas lentas.

    ¡Ay, Guadalquivir!

    Vienen de los remotos
    países de la pena.

    Guadalquivir abierto.

    Y van a un laberinto.
    Amor, cristal y piedra.

    ¡Ay, Guadalquivir!

    Federico García Lorca
  6. .
    Buscas en Roma a Roma ¡oh peregrino!
    y en Roma misma a Roma no la hallas:
    cadáver son las que ostentó murallas
    y tumba de sí proprio el Aventino.

    Yace donde reinaba el Palatino
    y limadas del tiempo, las medallas
    más se muestran destrozo a las batallas
    de las edades que Blasón Latino.

    Sólo el Tíber quedó, cuya corriente,
    si ciudad la regó, ya sepultura
    la llora con funesto son doliente.

    ¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
    huyó lo que era firme y solamente
    lo fugitivo permanece y dura!


    Francisco de Quevedo
  7. .
    Todo fue maravilla de armonías
    en el gesto inicial que se nos daba
    entre impulsos celestes y telúricos
    desde el fondo de amor de nuestras almas.

    Hasta el aire espigóse en levedades
    cuando caí rendida en tu mirada;
    y una palabra, aún virgen en mi vida,
    me golpeó el corazón, y se hizo llama
    en el río de emoción que recibía,
    y en la flor de ilusión que te entregaba.

    Un connubio de nuevas sensaciones
    elevaron en luz mi madrugada.
    Suaves olas me alzaron la conciencia
    hasta la playa azul de tu mañana,
    y la carne fue haciéndose silueta
    a la vista de mi alma libertada.

    Como un grito integral, suave y profundo
    estalló de mis labios la palabra;
    Nunca tuvo mi boca mas sonrisas,
    ni hubo nunca más vuelo en mi garganta!

    En mi suave palabra, enternecida,
    me hice toda en tu vida y en tu alma;
    y fui grito impensado atravesando
    las paredes del tiempo que me ataba;
    y fui brote espontáneo del instante;
    y fui estrella en tus brazos derramada.

    Me di toda, y fundiéndome por siempre
    en la armonía sensual que tu me dabas;
    y la rosa emotiva que se abría
    en el tallo verbal de mi palabra,
    uno a uno fue dándote sus pétalos,
    mientras nuestros instintos se besaban.

    Julia de Burgos
  8. .
    Como un ave que cruza el aire claro
    Siento hacia mí venir tu pensamiento
    Y acá en mi corazón hacer su nido.
    Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas
    Como los labios frescos de un mancebo
    En su primer abrazo a una hermosura:
    Cuchichean las hojas: tal parecen
    Lenguaraces obreras y envidiosas,
    A la doncella de la casa rica
    En preparar el tálamo ocupadas:
    Ancho es mi corazón, y es todo tuyo:
    Todo lo triste cabe en él, y todo
    Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
    De hojas secas, y polvo, y derruidas
    Ramas lo limpio: bruño con cuidado
    Cada hoja, y los tallos: de las flores
    Los gusanos del pétalo comido
    Separo: oreo el césped en contorno
    Y a recibirte, oh pájaro sin mancha
    Apresto el corazón enajenado!

    José Martí
  9. .
    Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
    Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
    buscando los recodos de sombra, lentamente.
    A trechos me paraba para enjugar mi frente
    y dar algún respiro al pecho jadeante;
    o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
    y hacia la mano diestra vencido y apoyado
    en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
    trepaba por los cerros que habitan las rapaces
    aves de altura, hollando las hierbas montaraces
    de fuerte olor ?romero, tomillo, salvia, espliego?.
    Sobre los agrios campos caía un sol de fuego.
    Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
    cruzaba solitario el puro azul del cielo.
    Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
    y una redonda loma cual recamado escudo,
    y cárdenos alcores sobre la parda tierra
    ?harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra?,
    las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
    para formar la corva ballesta de un arquero
    en torno a Soria. ?Soria es una barbacana,
    hacia Aragón, que tiene la torre castellana?.
    Veía el horizonte cerrado por colinas
    oscuras, coronadas de robles y de encinas;
    desnudos peñascales, algún humilde prado
    donde el merino pace y el toro, arrodillado
    sobre la hierba, rumia; las márgenes de río
    lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
    y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
    ¡tan diminutos! ?carros, jinetes y arrieros?,
    cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
    de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
    del Duero.
    El Duero cruza el corazón de roble
    de Iberia y de Castilla.
    ¡Oh, tierra triste y noble,
    la de los altos llanos y yermos y roquedas,
    de campos sin arados, regatos ni arboledas;
    decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
    y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
    que aún van, abandonando el mortecino hogar,
    como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
    Castilla miserable, ayer dominadora,
    envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
    ¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
    recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
    Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
    cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
    ¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerta
    de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
    La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
    madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
    Castilla no es aquella tan generosa un día,
    cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
    ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
    a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
    o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
    pedía la conquista de los inmensos ríos
    indianos a la corte, la madre de soldados,
    guerreros y adalides que han de tornar, cargados
    de plata y oro, a España, en regios galeones,
    para la presa cuervos, para la lid leones.
    Filósofos nutridos de sopa de convento
    contemplan impasibles el amplio firmamento;
    y si les llega en sueños, como un rumor distante,
    clamor de mercaderes de muelles de Levante,
    no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
    Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
    Castilla miserable, ayer dominadora,
    envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
    El sol va declinando. De la ciudad lejana
    me llega un armonioso tañido de campana
    ?ya irán a su rosario las enlutadas viejas?.
    De entre las peñas salen dos lindas comadrejas;
    me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
    de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se obscurecen.
    Hacia el camino blanco está el mesón abierto
    al campo ensombrecido y al pedregal desierto.

    Antonio Machado
  10. .
    Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
    ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
    ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
    serán favor tan misterioso
    como el mirar tu sueño implicado
    en la vigilia de mis brazos.
    Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
    quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,
    me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes,
    Arrojado a quietud
    divisaré esa playa última de tu ser
    y te veré por vez primera, quizá,
    como Dios ha de verte,
    desbaratada la ficción del Tiempo
    sin el amor, sin mí.

    Jorge Luis Borges
  11. .
    Yo me arrimé a un pino verde
    por ver si la divisaba,
    y sólo divisé el polvo
    del coche que la llevaba.
    Anda jaleo, jaleo:
    ya se acabó el alboroto
    y vamos al tiroteo.

    No salgas, paloma, al campo,
    mira que soy cazador,
    y si te tiro y te mato
    para mí será el dolor,
    para mí será el quebranto,
    Anda, jaleo, jaleo:
    ya se acabó el alboroto
    y vamos al tiroteo.

    En la calle de los Muros
    han matado una paloma.
    Yo cortaré con mis manos
    las flores de su corona.
    Anda jaleo, jaleo:
    ya se acabó el alboroto
    y vamos al tiroteo.

    Federico García Lorca
  12. .
    Subes centelleante de labios y de ojeras!
    Por tus venas subo, como un can herido
    que busca el refugio de blandas aceras.

    Amor, en el mundo tú eres un pecado!
    Mi beso en la punta chispeante del cuerno
    del diablo; mi beso que es credo sagrado!

    Espíritu en el horópter que pasa
    ¡puro en su blasfemia!
    ¡el corazón que engendra al cerebro!
    que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
    ¡Platónico estambre
    que existe en el cáliz donde tu alma existe!

    ¿Algún penitente silencio siniestro?
    ¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
    ... Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
    el Amor es un Cristo pecador!

    César Vallejo
  13. .
    Amor mío, mi amor, amor hallado
    de pronto en la ostra de la muerte.
    Quiero comer contigo, estar, amar contigo,
    quiero tocarte, verte.

    Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo
    los hilos de mi sangre acostumbrada,
    lo dice este dolor y mis zapatos
    y mi boca y mi almohada.

    Te quiero, amor, amor absurdamente,
    tontamente, perdido, iluminado,
    soñando rosas e inventando estrellas
    y diciéndote adiós yendo a tu lado.

    Te quiero desde el poste de la esquina,
    desde la alfombra de ese cuarto a solas,
    en las sábanas tibias de tu cuerpo
    donde se duerme un agua de amapolas.

    Cabellera del aire desvelado,
    río de noche, platanar oscuro,
    colmena ciega, amor desenterrado,

    voy a seguir tus pasos hacia arriba,
    de tus pies a tu muslo y tu costado.

    Jaime Sabines
  14. .
    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    Sombra que me llevare el blanco día,
    Y podrá desatar esta alma mía
    Hora, a su afán ansioso lisonjera;

    Mas no de esotra parte en la ribera
    Dejará la memoria, en donde ardía:
    Nadar sabe mi llama el agua fría,
    Y perder el respeto a ley severa.

    Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
    Venas, que humor a tanto fuego han dado,
    Médulas, que han gloriosamente ardido,

    Su cuerpo dejará, no su cuidado;
    Serán ceniza, mas tendrá sentido;
    Polvo serán, mas polvo enamorado.

    Francisco de Quevedo
  15. .
    Aquel mes de febrero tiritaba en su albura
    de la escarcha y la nieve; azotaba la lluvia
    con sus rachas el ángulo de los negros tejados;
    tú decías: ¡Dios mío! ¿Cuándo voy a poder
    encontrar en los bosques las violetas que quiero?
    Nuestro cielo es llorón, en las tierras de Francia
    la estación es friolera como si aún fuera invierno,
    y se sienta a la lumbre; París vive entre fango
    cuando en tan bellos meses ya Florencia desgrana
    sus tesoros que adorna un esmalte de hierba.

    Mira, el árbol negruzco su esqueleto perfila;
    se engañó tu alma cálida con su dulce calor;
    no hay violetas excepto en tus ojos azules,
    y no hay más primavera que tu rostro encendido.

    Théophile Gautier
504 replies since 8/12/2015
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